Sabemos que en la actualidad, las nuevas tecnologías sirven para tanto para delinquir como para luchar contra la delincuencia. Desde los aparatos más sofisticados que podemos imaginar, llega la simpleza de utilizar el frigorífico de nuestra casa como espía. Así, en Australia, los frigoríficos se pueden unir a los cuerpos de seguridad del Estado, dentro del grupo de herramientas de alta tecnología de seguridad.
Algunos frigoríficos se conectan al wifi de la casa para optimizar y monitorizar su funcionamiento, son lo que muchos conocen como los Smart-fridges, en ocasiones tienen por objeto enseñar a los dueños de ese frigorífico lo que hay en el frigorífico de casa y facilitarles la compra en el supermercado.
¿Cómo puede convertirse un frigorífico en un miembro más del cuerpo de policía?
Os estaréis preguntando, me parece magnífica la idea de que mi frigorífico me ayude a la hora de saber qué comida está en casa, pero esto ¿le interesa a la policía? Pues bien, se baraja la idea de que ante situaciones de emergencia (como un ataque terrorista), los frigoríficos activen sus componentes que permiten reportar sonido, y enviar esa información a la policía, de esta manera habrá un control sobre las personas incluso dentro de su casa.
Esta medida, puede y además choca contra el derecho a la intimidad y atenta contra la privacidad de las personas, porque aunque se trate de una situación de emergencia, lo que cada uno hace en su casa no debería ser algo de dominio público, aunque solo lo conozca la policía.
En cualquier caso, deberíamos cuestionarnos qué derechos estamos dispuestos a renunciar en favor de la seguridad nacional ante situaciones de este tipo, pero lo cierto es que a través de este tipo de electrodomésticos y dispositivos, el internet de las cosas da más poder a los gobiernos de lo que nunca hubiésemos imaginado.